Al ver la Isla de Ons Galicia por primera vez, muchos hemos pensado en la imagen de la isla del tesoro que veíamos en libros de la infancia. Una isla con mucho verde en la que un pirata había ocultado un tesoro. ¿Quién sabe? Durante el siglo XVI se han documentado incursiones piratas en la isla, hasta el punto de que llegó a estar deshabitada durante un tiempo. No cuesta nada soñar con que alguno de ellos dejó bajo esas tierras un tesoro a la espera de ser encontrado.
Pero cualquiera que visite la isla de Ons encontrará más de un tesoro, porque son muchos los que esta isla tiene y no están ocultos para nada a la vista de quienes acuden a conocer este lugar. Para empezar, la visión de la misma isla, un lugar de gran belleza, con una naturaleza muy bien conservada y con rincones absolutamente mágicos que puedes descubrir realizando alguna de las rutas de senderismo marcadas. Pero también puedes sentarte en alguna de las calas y mirar hacia la costa, echando un vistazo a la ría de Pontevedra o a la de Aldán. Las vistas van a ser impresionantes y seguro que las disfrutas, sobre todo porque estarás mirando desde un lugar único.
Si eres una persona que ama las aves, en Ons puedes encontrar una gran variedad de ella. Si sabes caminar de forma discreta y no asustarlas, podrás verlas en su hábitat natural y escucharlas cantar. Te encantará disfrutar de de estos sonidos en la naturaleza, tan poco frecuentes cuando estamos en la ciudad. Y si de tanto pasear te ha dado el hambre, seguro que puedes ir a alguno de los restaurantes de la isla para disfrutar de una excelente comida. Es mejor que hagas una reserva y te garantices la plaza y la hora, para que no te quedes esperando o con las ganas de disfrutar de los mejores sabores del mar. Son varios los platos que tienen en los menús, pero los favoritos de todo el mundo son los pescados frescos de la zona, con una excelente calidad.
Por supuesto, también puedes tomar el sol en alguna de las playas de la isla para dejar transcurrir la tarde en completo relax, mientras cierras los ojos y escuchas el mar, lees un libro o te atreves con un refrescante baño antes de regresar a casa.